Hay lugares en el Mundo donde el sol brilla
más, la lluvia es más húmeda y la naturaleza es más salvaje que lo imaginable.
Quizás por eso, los extremos aparecen en cada esquina, donde la mayor de las
pobrezas, puede darse la mano con la mayor de las felicidades. Hay lugares en la Tierra, que pese a la paz
que brilla por sus rincones y la nobleza que emana de las almas de sus gentes,
parecen olvidados por Occidente. Pero Dios no se olvida, y en esos rincones,
cuando hace falta aparece su obra, y la salud (o Salud, en mayúsculas, que para
algo es tan nuestra).
La ONG ACISS (Asociación de Cooperación
Internacional Sanitaria) lo tuvo claro, y lejos de olvidarse, volcó su labor en
África, donde desde hace cuatro años lleva a cabo campañas sanitarias, de forma
altruista, en pos de los más desfavorecidos. Un lustro de colaboración, con
otras tantas campañas de cirugía, en los cuales enfermeras, enfermeros,
cirujanos y cirujanas, ponen sus manos al servicio de la fe y la ayuda
humanitaria.
El 15 de agosto, arrancaba la última de
ellas, con la singularidad que dos hermanos de nuestra Cofradía, miembro y
ex-miembro de la agrupación, cooperando, tomamos parte en la campaña. Una
aventura inolvidable, porque si algo tiene África, es que por más que uno dé,
ofrezca y ayude, siempre es más lo que se trae de sus tierras y sus gentes. Con
nosotros estuvo nuestro Cristo, sin duda alguna, en cada consulta, en cada
operación, en cada obra acometida. Si no directamente, sí que estuvo, al menos,
dentro de nuestros corazones, guiando casi cada paso nuestro en Ghana, como
sólo podría hacer alguien que lleva tantos años rezando con su instrumento.
Y también estuvo, cómo no, su banda, nuestra
banda. No tardásteis en poner a nuestra disposición, una vez supisteis nuestra
ida, vuestro pequeño granito de arena. Pero no era pequeño, era casi una
montaña. Una montaña porque más allá del horizonte, se necesita mucho y se
recibe muy poco. Medio centenar de camisetas que no eran una simple tela. Eran
un mensaje, para cada una de esas personas. Un mensaje que podría decir, que un
bombardino, un tambor, un trombón o una corneta, no se olvidaban de ellas. Todo
es poco en esas tierras, pero terrible es nada.
Creedme si os digo que cada gesto, cada
sonrisa, cada mirada, cada abrazo o cada beso de agradecimiento os pertenece
tanto o más que a nosotros. Allí, en ese pequeño rincón de costa que es Apam,
ha dejado su huella esta Agrupación y serán muchos los años que la palabra
Salud irá no sólo sobre las espaldas de los lugareños, si no también seguro,
dentro de sus corazones, lo que es un orgullo para nuestra Hermandad y nuestra
banda, y que, sin lugar a dudas, no hubiera sido posible sin vosotros. “Meda ase” compañeros.
VIVA EL CRISTO DE LA SALUD